No obstante la manera brusca por la que deportan a la gente, Tania se ajusta a su vida en Tijuana. Sin embargo, sufre mucho debido a la separación de su hija. Cuando el padre de su hija le corta la comunicación, Tania queda destrozada, pero logra recuperar esperanzas cuando su caso de custodia se reabre en Los Ángeles.