Lupita cuenta de varias escenas de discriminación que experimenta en Tijuana, incluyendo el bullying de su hijo menor por tanto sus compañeros de clase como sus maestras, el maltrato de parte de gente que le atiende en agencias gubernamentales, y hasta discriminación laboral por ser mujer deportada. Pero también aprecia la ayuda y la convivencia de sus hijos, quienes son sus mejores bendiciones.