Carlos Manuel cruzó la frontera en 1989 cuando era un niño. Su madre lo envío a vivir con su hermana mayor a Los Ángeles, pero muy pronto dejó la escuela y se volvió un pandillero. Mientras era reo en una prisión de máxima seguridad fue que recibió una vocación ministerial que transformó su vida. Fue deportado a Tijuana tras cumplir su sentencia y ha vivido ahí los últimos 15 años. Carlos Manuel tiene una familia, actualmente es pastor y misionero y motiva a otras personas a cambiar su vida.