Abandonados por su madre, así como también por su padre, Yadira y sus hermanos se criaron junto a sus abuelos. Durante su infancia comenzó a autopercibirse como mujer, pero su familia conservadora no le permitía expresar su identidad de género. A los 17 años se fue de la casa. Vivió con una amiga trans. Un hombre les exigió dinero, pero Yadira y su amiga se resistieron. El hombre les disparó, hiriendo gravemente a Yadira y matando a su amiga. Después de una larga recuperación, Yadira volvió a caminar. Todavía lleva incrustada en su cuerpo la bala. Encontró refugio, una vez más, en la amistad. Pese a que se había mudado, el hombre que le había disparado nuevamente la encontró. Intentó otra vez matarla. Yadira logró escapar. Fue a su casa, juntó sus pertenencias y se fue de la ciudad. El hombre consiguió su número de teléfono y la llama amenazándola. Tiene miedo. Está en Tijuana esperando la oportunidad de cruzar a Estados Unidos.