Carlos, un venezolano de 35 años, narra su angustiosa travesía por México. Su viaje hacia Piedras Negras se extendió por 20 a 25 días, atravesando combis, autobuses y caminatas bajo lluvia, y enfrentando abusos constantes. Los choferes de las combis estaban coludidos con la policía, inmigración y los carteles, quienes en cada retén exigían sobornos de 300 a 1,000 pesos para continuar. Muchos migrantes, sin dinero, eran retenidos, maltratados o devueltos a Tapachula. Carlos y su hermano encontraron alivio al llegar a Piedras Negras, donde una iglesia les ofreció refugio, comida y agua sin exigirles pago. Agradecidos por la ayuda, reflexionan sobre el sufrimiento de aquellos que no pudieron continuar debido a la falta de recursos. Esperan que todos los migrantes en circunstancias similares encuentren una situación mejor.