Alejandra comparte su historia de migración a los EEUU en 1973 cuando era joven y le atrajo la cultura de rock y roll en San Francisco. Después de probar las drogas, Alejandra describe su encuentro con las autoridades y cómo la DEA la abusó. Después de muchas deportaciones de los EEUU y abusos por parte de agencias del gobierno, Alejandra decidió quedarse en Tijuana donde ahora trabaja para una organización sin fines de lucro y vende su artesanía.