Vanessa, una venezolana de 35 años, narra su arduo viaje hacia Estados Unidos. Empezó cruzando la selva de Darién hasta llegar a Guatemala y luego a Tapachula, México. Allí comenzó el verdadero sufrimiento, ya que la selva no era lo peor. Durante el trayecto, tanto los choferes de combis y autobuses como la policía y migración estaban coludidos, exigiendo sobornos a los migrantes en cada punto de control. Vanessa, viajando con su hija, pagó constantemente para evitar ser detenida o enviada de vuelta, enfrentando montos variables que iban desde 300 hasta 1,000 pesos. Finalmente llegó a Ciudad de México y luego a Monterrey, donde encontró refugio y ayuda de una pareja cristiana que le proporcionó alojamiento y empleo. Con el dinero reunido, intentó cruzar a Estados Unidos pero fue detenida en Piedras Negras y llevada a un centro de detención durante un mes, separado de su hija por ocho días, lo que fue extremadamente angustiante. Tras ser deportada a México, contactó nuevamente a la pareja que la ayudó. Reunió dinero en tres meses y logró cruzar a EE.UU. con la ayuda de un nuevo coyote. Actualmente, vive en EE.UU., trabajando y proporcionando una mejor calidad de vida para su hija.