La historia de Silvia nos traslada a sus recuerdos desde que partió a sus 22 años a los Estados Unidos. Narra que la causa de su migración fue buscar el sueño americano, una vida mejor para su familia, dejó a dos de sus hijos en México y se fue a trabajar como empleada doméstica a California. Ella vivió casi cinco años, tuvo 3 niños más, en un episodio de violencia domestica que su pareja cometió contra ella, sucedió un accidente que la llevó a la cárcel, sin ayuda familiar y legal fue condenada y separada de sus hijos. Después de 20 años, sale de la cárcel, fue deportada a Tijuana y apoyada por una comunidad cristiana que le ha apoyado y enseñado que puede tener una segunda oportunidad para continuar en México.