Este migrante haitiano cuenta en cierto detalle los peligros que él y muchos otros tuvieron que enfrentar al cruzar la selva del Tapón del Darién, donde casi se rindió y murió. Está agradecido por la intervención de un buen samaritano, quien compartió con él de su suero para ayudarle en superar la deshidratación, y le animó para seguir adelante. No obstante los contratiempos físicos y sentimientos de desaliento al ver a otros que llevó el río, se armó del valor para sobrevivir el bosque.