Paloma, una mujer trans mexicana de 49 años, padeció abusos y violaciones desde su infancia por parte de personas allegadas a ella. Esta situación la forzó a cruzar a los Estados Unidos a los 23 años. A pesar de los desafíos, encontró aceptación en un restaurante italiano y se sintió más liberada. Diez años después, con la intención de ayudar a su madre enferma, regresó a México. En su pueblo natal, abrió su primer negocio propio: un bar. Sin embargo, enfrentó amenazas de miembros del crimen organizado, quienes querían que ella trabajara para ellos. Una vez más, a causa de su vulnerabilidad, debió dejar su ciudad. Con el objetivo urgente de sobrevivir, tuvo que adaptarse, modificando temporalmente su identidad sexo-genérica. Después de todo, perseveró y finalmente llegó a Tijuana, donde encontró refugio en el albergue La Casita de UT. Actualmente, pese a la angustia que le provoca no contar con el apoyo de su familia, Paloma está decidida a superarse.