En la primera parte de esta narrativa de dos partes, Kimberley narra los desafíos que se enfrentó cuando vivía en el norte de Honduras. Cuando nació, su padre no la reconoció como su hijo y por eso, ella no pudo entrar a la escuela. De una edad muy joven, Kimberley trabajaba y vivía afuera de la casa. Después de vivir en las calles y en casas abandonadas, se enamoró con un muchacho con quien tenía un bebé. Luego, le mataron a su pareja y Kimberley se sentía sin esperanza y andaba en las calles otra vez. Su madre cuidaba a su hijo y Kimberley luchó por ganar dinero para apoyarse.