El migrante mexicano nos narra en esta segunda parte cómo terminó en una prisión estatal, sentenciado a 15 años a cadena perpetua. Los primeros cinco años fueron muy difíciles para poder adaptarse a la nueva vida en prisión, pero decide dar un cambio positivo a su vida y comienza a estudiar inglés entre otras materias dentro de la cárcel. Su vida da un giro muy positivo, ya que comienza a tomar clases y a ensenar a otros reclusos. También, organiza a los otros compañeros para donar cosas fuera de la cárcel. Cuenta como esto le ayudó de manera positiva, productiva y logró establecer un buen récord de comportamiento, hasta el punto que cuando le tocó ir a su audiencia de libertad condicional tras catorce años en prisión. Se convirtió en una persona digna de recibir la libertad ante un panel de comisionados expertos en el tema de la criminología y fue declarado que ya no era un riesgo para la comunidad.